«La lógica de su "jugada brillante" residía en una premisa: el trastorno maníaco-depresivo, lejos de ser una carga, era una ventaja. Era un rasgo selecto. Si no lo fuera —un rasgo positivo de la selección natural—, el trastorno habría desaparecido siglos y siglos atrás, erradicado de la especie humana como todo aquello que no incrementaba las posibilidades de supervivencia. La ventaja era obvia. La ventaja era la energía, la creatividad, el sentimiento de cuasi genialidad que animaba a Leonard en aquel momento. Era imposible saber cuántas grandes figuras históricas habían sido maníaco-depresivos, cuántos hitos científicos y artísticos se habían culminado durante las fases maníacas de la enfermedad.» (p. 385)
«Para empezar, mira todos esos libros. Sus novelas de Edith Wharton, ordenadas no por títulos sino por fechas de publicación. La colección de Henry James de la Modern Library, regalo de su padre cuando cumplió veintiún años. Los manoseados libros en rústica que tuvo que leer en la facultad, mucho Dickens, algo de Trollope, junto con unas buenas raciones de Austen, George Eliot y las temibles hermanas Brontë. Un lote completo de libros de bolsillo en blanco y negro de New Directions, mayormente poesía de gente como H. D. o Denise Levertov. Estaban también las novelas de Colette que leía de tapadillo. La primera edición de Parejas, que era de su madre y que Madeleine había hojeado a hurtadillas en los últimos años de primaria y ahora utilizaba como soporte textual para su tesis de licenciatura en Lengua sobre la trama nupcial.» (p. 13) «—¿Es eso lo que quieres ser? —Sólo soy un viajero. Viajo. Llevo encima todo lo que necesito, y no tengo problemas. No trabajo, a menos que lo necesite. No tengo mujer. No tengo hijos. —No tienes zapatos —observó Mitchell. —Solía usarlos. Pero un día me di cuenta de que es mejor no llevarlos. Ando por todas partes sin zapatos. Incluso en Nueva York. —¿Anduviste sin zapatos en Nueva York? —Es maravilloso andar descalzo por Nueva York. ¡Es como caminar por una tumba gigantesca! El día siguiente era lunes. Mitchell quiso echar al correo la carta antes que nada, y llegó tarde a Kalighat. Liberado de su actividad matinal habitual, Mitchell se pasó la hora siguiente vagando por la sala, en busca de algo que hacer.» (p. 414) |
LA TRAMA NUPCIAL (The Marriage Plot, 2011) JEFFREY EUGENIDES Trad. Jesús Zulaika Anagrama, 2013 · Desmontar el amor · Eduardo Lago, El País. · La gran hembra romántica · Rodrigo Fresán, ABC. · Fuera de control · Andrés Hax, Clarín. |
viernes, 12 de julio de 2013
Jeffrey Eugenides: La trama nupcial
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1 comentario:
La verdad, prefiero Middelsex.
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