«Sin embargo, el horror se paseó libremente no hace mucho tiempo por esta provincia. Durante la campaña de exterminio de los "enemigos del proletariado" a que se entregaron los guardias rojos durante la Revolución Cultural, muchos de los clasificados en dicha categoría fueron devorados después de su ejecución. No estoy hablando de un hecho aislado sino de una práctica que se volvió algo habitual en Guangxi durante aquellos años. Centenares, si no miles de personas, sirvieron de pasto a las fieras en que se convirtieron sus conciudadanos; al parecer la élite revolucionaria se reservaba el corazón y el hígado, mientras que el pueblo llano tenía que conformarse con brazos y piernas. Algunas de las víctimas fueron descuartizadas mientras aún estaban vivas. La aniquilación del enemigo se convirtió en un ritual en el que los miembros de la comunidad estrechaban sus lazos mediante el acto de canibalismo.
Ingerir carne humana tiene una cierta tradición en China. En el 205 a.C. el primer emperador Han, Gao Zu, a la vista del hambre reinante en el país que acababa de conquistar, promulgó un edicto que permitía a los padres vender a sus hijos. Siglos después aún era práctica común en varias regiones de China que las familias campesinas intercambiasen a sus hijos para no tener que comerse a los propios. Y durante la gran hambruna que tuvo lugar en 1958, coincidiendo con el "Gran salto hacia adelante", están documentados cientos de casos de canibalismo y de padres que mataron a sus hijos para alimentarse con ellos.» (pp. 151-152)
Ingerir carne humana tiene una cierta tradición en China. En el 205 a.C. el primer emperador Han, Gao Zu, a la vista del hambre reinante en el país que acababa de conquistar, promulgó un edicto que permitía a los padres vender a sus hijos. Siglos después aún era práctica común en varias regiones de China que las familias campesinas intercambiasen a sus hijos para no tener que comerse a los propios. Y durante la gran hambruna que tuvo lugar en 1958, coincidiendo con el "Gran salto hacia adelante", están documentados cientos de casos de canibalismo y de padres que mataron a sus hijos para alimentarse con ellos.» (pp. 151-152)
1 comentario:
Pero eran caníbales y no canívales. Gracias a Pteri por indicarme el lapsus.
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