martes, 25 de diciembre de 2018

Una Odisea, de Daniel Mendelsohn


Daniel Mendelsohn (Nueva York, 1961)
UNA ODISEA
Un padre, un hijo, una epopeya

[An Odyssey: A father, a son, and an epic, 2017]
Trad. Ramón Buenaventura
Seix Barral, 2018 - 416 pàgs. - inicio

Extraordinario para La esfera de papel
"Este libro es un engañabobos", para La medicina
    de Tongoy
(y en 2021 estoy de acuerdo)
[no]

«Todas las epopeyas clásicas empiezan con lo que los especialistas denominan un proemio: la introducción en que se anticipa al auditorio el asunto de la epopeya, cuál será el alcance de su acción, cuáles las identidades de sus personajes, cuál la naturaleza de sus temas. Estos proemios suelen adoptar un tono formal, son quizá algo más rígidos que los relatos que los siguen, y nunca muy largos. Algunos resultan incluso de una concisión algo falsa, como el proemio de la Ilíada, poema épico de quince mil seiscientos noventa y tres versos dedicados a un episodio único que se produce durante el último año de la guerra de Troya: la acerba querella entre dos guerreros griegos —entre el comandante en jefe, Agamenón, hijo de Atreo, y su mejor guerrero, Aquiles, hijo de Peleo— que puso en peligro la misión de destruir Troya y vengar el rapto de Helena. (Para Agamenón, rey de Micenas, la guerra es cuestión personal: el marido cornudo de Helena, Menelao, rey de Esparta, es su hermano menor. Aquiles, por su parte, es gloria lo que busca en la lucha. «A mí los troyanos nunca me han hecho ningún daño», comenta con amargura.) Al final, los dos guerreros se reconcilian y la misión concluye con éxito. No estaría de más señalar, sin embargo, que la destrucción de Troya, la argucia del caballo de Troya, la emboscada nocturna, la matanza de los combatientes de la ciudad y la esclavitud de sus mujeres e hijos, el derrumbamiento de las otrora inexpugnables murallas —desenlace muy familiar para los oyentes griegos de la epopeya, porque era lo que sucedía en las guerras reales, y además porque se había hecho famoso por las representaciones artísticas y literarias de la caída de Troya—, no están contados en los quince mil y pico versos de la Ilíada. Los poemas épicos, sea cual sea su extensión, suelen atenerse con gran precisión al tema anunciado en sus proemios. El proemio de la Ilíada solo se refiere a la querella entre ambos guerreros griegos, sus causas y efectos, y lo que ello nos transmite sobre el modo en que los personajes conciben el honor, y eso que lo intenté el heroísmo, el deber y la muerte. Pero la épica dispone de un refinado surtido de recursos narrativos —puede sugerir y presagiar e incluso adentrarse en el futuro— y, por tanto, la Ilíada no nos plantea ninguna duda sobre cómo terminarán las cosas.» (págs. 22-23)

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