domingo, 21 de julio de 2019

La noche fenomenal, de Javier Pérez Andújar


Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965)
LA NOCHE FENOMENAL
Anagrama, 2019 - 272 págs. - inicio
- Charla con Javier
[too long]
El librero en su librería
es arrastrado por la policía.
«Como en La Lastra Batlló me contó que también vendía libros usados, fui a Taifa en busca de alguna sorpresa. Batlló había puesto todo su empeño en ser un proscrito. Nunca me lo dijo así, pero lo hacía notar a cada momento. Creí que el nombre de Taifa lo eligió para reafirmar su individualismo o como gesto de coquetería; pero una vez me explicó que lo que le interesaba de esa palabra no era su significado de reino independiente sino otro sentido secundario, el que aludía a una reunión de personas de mala vida o poco juicio.
    Batlló compraba bibliotecas fascinantes, pues era amigo de muy buenos lectores: profesores, periodistas, escritores..., y en las mesas destinadas a los libros de ocasión (tablones apoyados sobre caballetes) las sorpresas se amontonaban. En la entrada, la ventana que hacía de escaparate la había dedicado a novedades sobre el cine, pues la librería se encontraba a unos pasos de las salas Verdi, y durante una época adornaba las vitrinas de estos cines poniendo volúmenes relacionados con las películas que se proyectaban. De dentro de aquellos libros sobresalía el punto de lectura con el membrete de Taifa. Una de las películas favoritas de Batlló era Luna de papel, la historia de un tipo sin techo ni futuro que viajaba con su hija vendiendo Biblias por los pueblos.
    Junto a la puerta de cristal de Taifa, Batlló había puesto una pizarra donde todos los días escribía con buena caligrafía una frase del tipo: «Cometió el grave error de creer que su talento le dispensaría de trabajar.» Batlló nunca había dejado de publicar, pero para hacerlo elegía los soportes más efímeros. Los primeros que conoce toda persona: la cuartilla, la pizarra, los sitios donde se aprende. Batlló fue poeta de joven y había dado a la imprenta algunos poemarios como Canción del solitario, La mesa puesta, La señal..., era la época de la poesía social y del verso de tú a tú dirigido a un amigo, a la vida o a uno mismo.» (págs. 21-22)

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