miércoles, 2 de febrero de 2022

pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz


Marta Sanz (Madrid, 1967)
PEQUEÑAS MUJERES ROJAS
Anagrama, 2020 - 344 págs. - inicio

Las voces de las muertas, JM Pozuelo Yvancos
Oscuras bifurcaciones, JE Ayala-Dip
[es que no]

CON NUESTROS TIRACHINAS
(LEA DESPACIO)
«Nosotros éramos oriundos y también éramos de otra parte. Somos los niños perdidos y las mujeres muertas. Dios no existe –damos fe de ello– y nosotros aquí andamos siempre sonrientes.
    Sabemos un montón de cosas. Sabemos que los recuerdos de Paula no pertenecen a este lugar. ¿Por qué llega entonces a este pueblucho para ocuparse de las tareas sucias, desenterrar los huesos muertos –hablamos metafóricamente–, reavivar los odios de una fogata en la que nos quemamos para regenerarnos de noche y al siguiente día volver a arder?, ¿por qué viene Paula a profundizar, desde un átomo, en la fosa, ensanchándola para después desinfectarla con cal viva como una jardinera que solo cultiva crisantemos o una limpiadora por horas?, ¿por qué quiere ponerles nombre a los despojos?, ¿quiere Paula purgar sus incógnitas culpas como los que cebaban al cerdo de San Antón y después lo embuchaban sin lavarse las manos?, ¿está aburrida?, ¿cuál es el país de Paula?, ¿y su pecado?, ¿qué filiación la lleva a estropearse las uñas contra el terrizo y a llenarse de arenilla los bronquios mientras intenta limpiar la quijada de un hombre, probablemente bueno, que habitó durante un instante esta tierra y después se la comió para siempre? Siento el cosquilleo de sus pincelitos en mi mandíbula. ¿Quién se come a quién?, ¿la tierra al hombre, a las mujeres, o el hombre –las mujeres– a la tierra? Para esta última pregunta, no tenemos contestación y esta ignorancia resulta tan irónica...
    Existen las patatas, los colinabos y otros tubérculos que nacen, se desarrollan y a veces mueren entre lombrices y abonos químicos. Entre los molares del vegano y la vegana. Intentamos usar un género inclusivo, ser cosméticamente plurales, animalistas, proteger a los más débiles porque nosotros también cogimos el palito más corto... Dudamos de poderlo conseguir. No tenemos tanta fuerza y quizá sea mejor que, desde ya, bajemos los brazos en un gesto de renuncia. Hemos llegado hasta aquí incluso por algo que va más allá de los juegos y las jaulas de los nombres. Los epicenos y los hermafroditas.» (inicio)

«...quizás pudiéramos leernos en voz alta y por turnos esa asombrosa, divertida, amarga, exigente, indignada, sarcástica novela negra y roja que es pequeñas mujeres rojas (en minúscula), de Marta Sanz, para mi gusto una de las mejores y más arriesgadas narradoras (aquí el femenino quiere incluir a los varones) que escriben hoy en España...»
Sillón de orejas, MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO, 13/03/2020

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