sábado, 8 de diciembre de 2018

Impón tu suerte, de Enrique Vila-Matas

«Partiremos de unas palabras de Coetzee que esta misma mañana pensé que debería grabar en una de las vigas de madera del techo de mi estudio, porque resumen a la perfección lo que pensaba yo mismo justo precisamente cuando las estaba leyendo. Ya se sabe: las citas tienen un interés especial, ya que uno es incapaz de citar algo que no sean sus propias palabras, quienquiera que las haya escrito: “Tengo que admitir que pierdo la paciencia leyendo ficción que no intenta hacer algo que no se ha intentado hacer nunca antes, preferiblemente con la ficción misma como forma de expresión”.
Dicho lo mismo con variantes: 1) no puedo estar más harto de tanta literatura anclada en tiempos de Maricastaña cuando hablaban las calabazas; 2) no me dedico a la no ficción, ni al realismo negro ni sucio, ni a la maldita autoficción; el espacio en el que siempre me moví es simplemente el de la ficción, sin más. La ficción es ficción, pero como tal tiene más posibilidades de acercarse a la verdad que cualquier representación de la realidad. Con esta convicción he trabajado a lo largo de los años en mi obra narrativa, no moviéndome jamás del territorio de la literatura como invención, alejado de las histórias verídicas o, como se dice ahora, de las historias basadas en hechos reales y que, como diría Nabokov, son un insulto al arte y a la verdad.
En las orillas de mi obra narrativa, llevo tiempo escribiendo una obra paralela –artículos, conferencias, ensayos– que suele ensamblarse bien con el mundo de mis ficciones. De hecho, hubo ya desde primera hora, un trasvase continuo entre esa obra paralela y la narrativa y ahora, si no fuera una tanto osado afirmarlo, diría que son lo mismo. Pues, como bien observó el editor de Una vida absolutamente maravillosa, llevo a cabo desde hace tiempo un genuino mestizaje en que la novela, el ensayo, el artículo y la conferencia abjuran de sus límites para explorar un territorio liminar y, al mismo tiempo, bien custodiado y reconocible.
Haber insinuado que son lo mismo me ha traído a la la memoria un texto que escribí sobre un grave colapso físico por el que tuve que ser ingresado en mayo de 2006. Ese episodio de hospitalización aparece narrado como ficción en uno de mis cuentos de Exploradores del abismo (2007) y como fragmento de vida en Dietario voluble (2008), empleando exactamente las mismas palabras en un libro como en otro, solo que en uno el gran percance se leía como si fuera una muy verosimil ficción y en el otro como un texto autobiográfico.
Enrique en Nápoles
¿Y por qué hice esto? Por ver qué pasaba. Por ver qué ocurría cuando llevabas a cabo algo que no sabías por qué lo hacías ni qué buscabas ahí y ni tan siquiera si, en el campo de la escritura, lo había intentado alguien antes. Por buscar nuevos sentidos a las combinaciones de ideas. Por la atracción que sentía por los ready-made en literatura. Por tratar de imponer mi suerte y abrazar mi felicidad, por orientarme hacia el peligro y tratar de que algunos lectores me vieran y les atrajera el mundo que les proponía y que confiaba que no llegara a poder nunca explicarles, supongo que pensando en aquello que decía John Ashbery de que siempre fue complicado ser un buen artista y al mismo tiempo saber explicar de un modo inteligente cómo era tu arte.»
De Por ver qué pasaba, prefacio de Enrique Vila-Matas a la primera edición de Impón tu suerte (Círculo de Tiza, 2018) convertido en epílogo de la segunda edición. · la biblia literaria de un hereje ·
· guía de lecturas sumergidas ·
· un festival de lucidez literaria ·
[por eso queremos tanto a enrique]

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