- JW declara que experimenta el gozo intelectual cada vez que comprende o intuye algo nuevo. El gozo intelectual es el gran logro de la selección natural que da paso a la selección cultural y, con ella, a la creatividad humana.
- Según el biógrafo de Nietzsche, R. Safranski: "... para Nietzsche el pensar es un placer sin parangón, en ningún caso quiere renunciar a él, y está agradecido a la vida por haberle concedido este placer. Quiere vivir para poder pensar. Y en tanto que piensa, soporta aquellos ataques del cuerpo que podrían quitarle el gusto de vivir".
- Con un enfoque opuesto, George Steiner aborda la cuestión en el ensayo "Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento". Para Steiner el pensamiento es un fluir íntimo, desordenado y prelingüístico, muy difícil de dominar e imposible de detener. Usamos el lenguaje para convertir pensamiento en conocimiento, para ordenarlo, para hacerlo inteligible.
- JW cree que sin lenguaje es posible pensar, es difícil conocer y es imposible comprender. Con el lenguaje empaquetamos el pensamiento, presuntamente infinito, hasta un conocimiento necesariamente finito (palabras, dibujos, ecuaciones, canciones...). De ahí el drama.
Rebatiendo las diez razones de Steiner, JW dice entre otras cosas:
- Sin una mínima dosis de incertidumbre no nos interesaría comprender.
- Dominar el pensamiento con el lenguaje obliga a una gran concentración, una tarea difícil e intensa, fatigosa y dolorosa. Cuanto más turbulento y caótico es el pensamiento, más difícil es dominarlo con el lenguaje.
- Sólo podemos acercarnos a nuestro Yo único e irrepetible con el pensamiento, pero se trata de una irrepetibilidad con seis mil millones de malas copias repartidas por todo el planeta.
- No podemos dejar de pensar. Es más difícil dejar de pensar que dejar de respirar. La mayor parte de nuestras acciones vitales son automáticas. El automatismo es pensamiento mustio. Por ello no podemos comprender buena parte de nuestro propio comportamiento.
- El pensamiento es incapaz de abordar cuestiones trascendentes como la de nuestra propia muerte. La vieja pregunta de Leibniz, ¿por qué existe algo en lugar de nada?, mana continuamente desde el fondo del alma. Entonces, o sea siempre, florecen toda clase de ideologías encargadas de generar ficciones de supervivencia más o menos consoladoras.
- No podemos leer directamente el pensamiento ajeno. Cierto. Lo contrario sería terrorífico: el fin de la última de las libertades, la libertad de pensamiento.
- Se puede luchar contra las desigualdades de género, económicas, culturales..., pero no contra la injusticia de una genialidad mal repartida. Cierto, ¿pero da eso tristeza? Para muchas almas buenas, quizá sí. Todo el mundo puede tener una gran idea, pero sólo el genio (definámoslo así) se da cuenta de que una idea es una idea grande.
2 comentarios:
"Pienso, luego existo"... Pues eso...
Supongo que tan difícil como perder un imperdible debe ser pensar el pensamiento. Siempre me había intrigado pensar como se podía definir el pensamiento, y la relación entre pensamiento y lenguaje. Por eso me parecen tan interesantes estas reflexiones de Jorge Wagensberg.
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