El mes pasado asistí a la presentación del libro “Cien cartas a un desconocido” de Roberto Calasso en el Instituto Italiano de Cultura. Este curioso libro recoge 100 textos escritos por el propio Calasso para las solapas o contraportadas de libros (risvolti) publicados por él en su editorial Adelphi. La presentación la hizo Francisco Rico, catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales en la Universidad Autónoma de Barcelona que se definió a sí mismo como un oscuro medievalista, y que para mí fue el protagonista de la velada ya que Calasso habló en italiano y no entendí casi niente.
Francisco Rico nos miraba de forma displicente y fumó con placer y sin parar. Hablaba despacio, improvisaba, parecía que pensara en voz alta, se iba de una idea a otra como si mantuviera una conversación consigo mismo. Aun así, a pesar de cierto aire petulante (quienes lo conocen me entenderán), fue un placer escucharlo. Dijo que él mismo se preguntaba de qué debía hablar. Y ante la duda, se dejó llevar.
Para empezar nos contó este sugestivo relato de Borges: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.”
Después se preguntó qué es el texto y dónde está, y dijo que un libro no existe independientemente de su materialidad. ¿Existe La divina Comedia más allá de su representación material? Después de diversas divagaciones literarias, acabó diciendo que la literatura absoluta es una trampa para incautos. Que a él le gusta la literatura poco literaria, y solo en la medida en que se deja referir a su vida personal. Y, para acabar, nos regaló una definición de la literatura como materialidad de lo invisible en lo visible.
Para empezar nos contó este sugestivo relato de Borges: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.”
Después se preguntó qué es el texto y dónde está, y dijo que un libro no existe independientemente de su materialidad. ¿Existe La divina Comedia más allá de su representación material? Después de diversas divagaciones literarias, acabó diciendo que la literatura absoluta es una trampa para incautos. Que a él le gusta la literatura poco literaria, y solo en la medida en que se deja referir a su vida personal. Y, para acabar, nos regaló una definición de la literatura como materialidad de lo invisible en lo visible.
2 comentarios:
Nena, como últimamente estás tan profunda, yo sólo puedo hacer estos comentarios: ¿Los pájaros de la foto son los que tienes en casa?
¿Van por el "pájaro" Francisco Rico, a quien el adjetivo "petulante" se le queda un poco corto?
Besos desde el pueblo que se está llevando el viento. A ver a dónde llegamos.
Como dijo aquél hace ya tiempo, lo más profundo es la piel. Pero, en el colmo de las profundidades, últimamente he oído decir que lo más profundo es la imagen, así que apaga y vámonos. Bueno, no nos vamos. Yo creo que no estoy profunda, cuento aquello que he visto, oído, leído o vivido y me ha hecho cierta gracia. Y aunque parezca mentira, a FR daba gusto oírlo hablar de literatura. Por otra parte, sí, estos tucanes proceden de distintos viajes y son los que tenemos en casa. La foto no es muy buena porque está hecha con el teléfono. No sé si el aspecto de tucán lo tenía el conferenciante o el público, pero de alguna manera esta foto me encajaba con el tema.
Estoy arreglando las terrazas, así que estaré al tanto para ver si veo a Yecla pasar volando.
Publicar un comentario