- No seguir nunca cadenas de mensajes de ningún tipo y tampoco ésta.
- Practicar la ética de la infidelidad que tantas cosas nuevas nos descubre de nosotros mismos cuando hacemos algo que no queremos hacer.
- Aprovechar, por tanto, la ocasión para reflexionar sobre el hecho de estar aquí ahora.
- Preguntarme cada día qué hago yo con un blog, no encontrar respuesta y, a pesar de ello, seguir.
- Seguir, sin saber siquiera para quién escribo. ¿Para los demás? ¿Para mí? ¿Para nadie?
- Plantearme el dilema entre la impersonalidad y la intimidad. Luchar contra la dificultad de encontrar un punto de vista propio.
- A pesar de detestar los exhibicionismos gratuitos, seguir exhibiéndome aquí y, a veces, encontrar en ello cierto placer.
- Agradecer que alguien (gracias Oli) haya pensado en mí.
sábado, 26 de mayo de 2007
Ocho aspectos
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3 comentarios:
Estimada paciente:
lamento decirle que sufre usted una blogofrenia aguda. La lucha entre la subjetividad y la ansiada objetividad, el hecho de buscar respuestas en un blog, y desconocer su público final, entre otros, son síntomas inequívocos de esta enfermedad que sólo se cura escribiendo, escribiendo, escribiendo...
Ah... y gracias por responder... ;o) ¡Te leo!
OLI I7O
Me encantan estos nuevos vínculos que crea la blogosfera!
A mí también me encanta establecer nuevas ciber-relaciones. Creo que ya forma parte de nuestra rutina diaria comprobar si los amigos han actualizado sus blogs, y disfrutar del placer de leer/ver/oír sus nuevas entradas.
Quizás eso sea otro síntoma de la blogofrenia, pero quien esté libre de pecado...
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