sábado, 26 de mayo de 2007

Ocho aspectos

  1. No seguir nunca cadenas de mensajes de ningún tipo y tampoco ésta.
  2. Practicar la ética de la infidelidad que tantas cosas nuevas nos descubre de nosotros mismos cuando hacemos algo que no queremos hacer.
  3. Aprovechar, por tanto, la ocasión para reflexionar sobre el hecho de estar aquí ahora.
  4. Preguntarme cada día qué hago yo con un blog, no encontrar respuesta y, a pesar de ello, seguir.
  5. Seguir, sin saber siquiera para quién escribo. ¿Para los demás? ¿Para mí? ¿Para nadie?
  6. Plantearme el dilema entre la impersonalidad y la intimidad. Luchar contra la dificultad de encontrar un punto de vista propio.
  7. A pesar de detestar los exhibicionismos gratuitos, seguir exhibiéndome aquí y, a veces, encontrar en ello cierto placer.
  8. Agradecer que alguien (gracias Oli) haya pensado en mí.

3 comentarios:

Oli dijo...

Estimada paciente:

lamento decirle que sufre usted una blogofrenia aguda. La lucha entre la subjetividad y la ansiada objetividad, el hecho de buscar respuestas en un blog, y desconocer su público final, entre otros, son síntomas inequívocos de esta enfermedad que sólo se cura escribiendo, escribiendo, escribiendo...

Ah... y gracias por responder... ;o) ¡Te leo!


OLI I7O

Marikuki Lucas dijo...

Me encantan estos nuevos vínculos que crea la blogosfera!

elena dijo...

A mí también me encanta establecer nuevas ciber-relaciones. Creo que ya forma parte de nuestra rutina diaria comprobar si los amigos han actualizado sus blogs, y disfrutar del placer de leer/ver/oír sus nuevas entradas.
Quizás eso sea otro síntoma de la blogofrenia, pero quien esté libre de pecado...

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