Yo era una compradora compulsiva de libros. He disfrutado mucho visitando librerías, ojeando y hojeando libros, comprándolos y leyéndolos. Pero últimamente he tenido más chascos que alegrías: por cada libro que de verdad me abduce, hay un montón que no he podido acabar. Eso, además de ponerme de muy mal humor, genera el problema secundario de dónde poner tanto libro, problema en parte resuelto regalando unos, y dejando bolsas con otros en un casal de ancianos cercano a casa. Por todo ello, recientemente me hice socia de una biblioteca, pero he de reconocer que es una sensación extraña tener en tus manos un libro que ha estado en muchas otras y, además, no poder subrayar, ni tachar, ni anotar nada en él. Significa pasar de una lectura muy personal a una lectura anónima.
Bien, pues esta mañana he vuelto a una de mis librerías preferidas y he estado mirando algunos libros que me podrían interesar y que sé que tardarán en llegar a la biblioteca, como por ejemplo:
Bien, pues esta mañana he vuelto a una de mis librerías preferidas y he estado mirando algunos libros que me podrían interesar y que sé que tardarán en llegar a la biblioteca, como por ejemplo:
- Arthur & George de Julian Barnes
- El mundo de los prodigios de Robertson Davies
- El árbol de los jenízaros de Jason Goodwin
- El Orientalista de Tom Reiss
- El mercader de alfombras de Phillip Lopate
- La amante en guerra de Maruja Torres.
4 comentarios:
A mí también me pasaba eso.
Lo he solucionado leyendo a los clásicos.
Nunca defraudan.
Gracias por el consejo. Desde luego, antes de darme a la bebida me dedicaré a los clásicos, pues su pervivencia es una garantía importante.
regalas los libros que no te gustan... muy bonito!
¿quieres que me los coma?
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