domingo, 14 de octubre de 2018

El favor de la sirena, de Denis Johnson


Denis Johnson (1949-2017)
EL FAVOR DE LA SIRENA
[The Largesse of the Sea Maiden, 2018]
Trad. Javier Calvo Perales
L. Random House, 2018 - 190 págs. - Bibl. Urgell
[no era para mí]

«SILENCIOS
Después de la cena nadie se fue a casa. Creo que nos había gustado tanto la comida que estábamos esperando a que Elaine nos la sirviera entera otra vez. Todos los invitados eran gente a la que habíamos llegado a conocer un poco gracias al trabajo de voluntaria de Elaine; nadie de mi trabajo, nadie de la agencia publicitaria. Estábamos sentados en la sala de estar, describiendo los ruidos más fuertes que habíamos oído en la vida. Alguien dijo que el suyo había sido la voz de su mujer cuando le había dicho que ya no le amaba y que quería el divorcio. Otro se acordaba de los latidos de su corazón cuando había sufrido un infarto. Tia Jones había sido abuela a los treinta y siete años y confiaba en no volver a oír nunca nada tan fuerte como los lloros de su nieta en brazos de su hija de dieciséis años. Su marido Ralph decía que le dolían los oídos cada vez que su hermano abría la boca en público, porque su hermano tenía síndrome de Tourette y soltaba de golpe frases del tipo «¡Me masturbo!» o «¡Te huele bien el pene!» delante de completos desconocidos en un autobús, o durante una película, o hasta en la iglesia.
   El joven Chris Case invirtió la dirección e introdujo el tema de los silencios. Dijo que la cosa más silenciosa que había oído nunca era la mina que le había arrancado la pierna derecha en las afueras de Kabul, Afganistán.
   Nadie contribuyó con más silencios. De hecho, se hizo un silencio. Algunos de nosotros no nos habíamos dado cuenta de que a Chris le faltaba una pierna. Cojeaba, pero muy poco. Yo ni siquiera sabía que había combatido en Afganistán.
   —¿Una mina? —dije.
   —Sí, señor. Una mina.
   —¿Podemos verla? —dijo Deirdre.
   —No, señora —dijo Chris—. Nunca llevo minas encima.
   —¡No! Me refería a la pierna.
   —La perdí en una explosión.
   —¡Me refiero a la parte que te queda!
   —Se la enseño —dijo él— si le da usted un beso.» [inicio (y ya no pude seguir)]

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