domingo, 18 de abril de 2021

La planta del mundo, de Stefano Mancuso


Stefano Mancuso (Italia, 1965)
LA PLANTA DEL MUNDO
[La pianta del mondo, 2021]
Trad. David Paradela López
Galaxia Gutenberg, 2021 - 176 págs. - inicio

- Los sapiens somos mucho más estúpidos que las plantas, Ismael Marinero
- La inteligencia de las plantas
- Otros secretos de las plantas
[más sobre el apasionante mundo vegetal]

«La idea de los árboles de la libertad caló hondo en el espíritu patriótico de la población francesa y su presencia se difundió enseguida por todo el país. [...] Debían ser, pues, árboles majestuosos y perfectamente sanos que poseyeran, además, una serie de características añadidas. Según el abate Grégoire, el árbol perfecto debe cumplir los siguientes requisitos:
  1. Debe ser lo bastante fuerte para resistir el clima más frío, o de lo contrario un invierno riguroso lo haría desaparecer del suelo de la República.
  2. Debe elegirse entre los árboles de mayores dimensiones y que se eleven hasta una altura de entre 24 y 40 metros, pues la fuerza y la magnificencia de un árbol inspira una sensación de respeto que se relaciona de forma natural con la cosa que simboliza.
  3. Su circunferencia debe ocupar una determinada porción de terreno.
  4. La extensión de su sombra debe ser tal que los ciudadanos puedan resguardarse de la lluvia y el calor bajo sus acogedoras ramas.
  5. Debe vivir muchos años, y, puesto que no puede ser eterno, ha de elegirse al menos entre aquellas especies cuya vida se prolonga varios siglos.
  6. Es preciso, en fin, que crezca aislado en todas las regiones de la República.
Es evidente que no todos los árboles cumplen semejantes requisitos y que pocos poseen la magnificencia necesaria para encarnar de forma digna la grandeza de la Revolución. El abate Grégoire no tiene ninguna duda: solo hay una especie que reúna las condiciones necesarias. El árbol de la libertad por excelencia tiene que ser un roble. » (págs. 23-24)


«Que los árboles crean conexiones subterráneas y que, gracias a ello, los tocones pueden seguir viviendo durante años es de dominio general, aunque siempre se había visto como una simple curiosidad botánica: una peculiaridad de las plantas, pero sin valor a escala general. En realidad, nada más lejos: lo que podemos deducir de estos tocones muertos y sus comunicaciones subterráneas es tan novedoso y fascinante que podría cambiar nuestra concepción de lo que es un árbol.
    Con algunas excepciones, siempre se ha considerado a los árboles como individuos aislados: no individuos en el sentido animal de "no divisibles", pero sí organismos vivos separados de los demás y con necesidades y conductas diferentes de las de sus semejantes. [...] En los últimos veinte años se han publicado cientos de investigaciones que nos muestran una realidad en la que los árboles no son seres aislados, sino más bien grandes comunidades interconectadas que, a través de sus sitemas radicales, intercambian nutrientes, agua e información. Comunidades extendidas que a veces incluyen plantas de distintas especies cuya supervivencia se basa en la colaboración más que en la competencia. Una revolución de consecuencias imprevisibles.» (pág. 71)

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