Salvador Pániker (Barcelona, 1927 - 2017)
ADIÓS A CASI TODO
(Diarios de Pániker, 5)
Literatura Random House, 2017 - 352 págs. - inicio
Bibl. Urgell
— El diario como género litrario, Cristina Hernández
— Consejos (póstumos) para la vida, Lluís M. Pandiella
— Inteligencia en estado superlativo (El Mundo)
— Música india en un monasterio cristiano para despedir a Salvador Pániker, Carles Geli
[deslumbrante]
«12 de marzo [2005]
Más sobre ese monacato que llamamos vejez. La senectud, el tramo final. Dicen que a Karl Popper le preguntaron una vez: «Usted, que tiene tantos años, ¿qué piensa de la vejez?». Y que Popper contestó: «¿La vejez?, ya ni me acuerdo». Con mayor o menor humor, el tema es recurrente. A menudo me he preguntado cómo resolvieron ese trámite —la vejez— algunos de los grandes personajes del pasado. Me ocupé de ello en Variaciones 95, entrada del 26 de abril. Transcribo aquí algunos párrafos, añado otros. Al final de su vida escribió Schródinger un ensayo titulado ¿Qué es real? (Buen título para un final de vida.) Al final de su vida Ludwig Boltzmann perdió casi la vista y sufría agudísimos dolores de cabeza; cuando se convenció de que no podía ya rendir más en su trabajo, se suicidód. Al final de su vida Victor Hugo, medio sordo y silencioso, no hacía absolutamente nada. Al final de su vida Miguel Ángel Buonarroti esculpió su más misteriosa Pietà. Al final de su vida Juan Sebastián Bach, ya ciego, le dictaba a su hijo las últimas notas de El arte de la fuga. Al final de su vida, Ralph Waldo Emerson tenía graves problemas de memoria, olvidaba su propio nombre, y cuando alguien le preguntaba cómo se sentía, respondía: «perdí mis facultades mentales, pero estoy perfecto». Al final de su vida —para ser precisos, la última noche de su vida— el jovencísimo Évariste Galois, sabiendo que al día siguiente moriría en un duelo, redactó su testamento matemático. Al final de su vida Dostoievski lee el Evangelio de san Mateo y da consejos cristianos a sus hijos. Al final de su vida Marcel Proust, asmático, siente cómo aumenta la conciencia de su mortalidad y corrige sus manuscritos hasta la extenuación. Al final de su vida Sigmund Freud le escribe a Stefan Zweig que no consigue acostumbrarse a las miserias de la vejez y que piensa con nostalgia (sic) en «el paso a la nada». Al final de su vida Henri Matisse, que no puede levantarse de la cama, pinta el techo de su alcoba con una caña de pescar. Al final de su vida Albert Einstein le escribe a la hermana de su amigo Michele Besso, recién fallecido: «Michele se me ha adelantado en dejar este extraño mundo; es algo sin importancia: para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea». Al final de su vida, recluido en un asilo, Samuel Beckett relee a Dante en italiano. Al final de su vida el famoso matemático G.H. Hardy intenta suicidarse y al no conseguirlo decide seguir charlando de cricket con su amigo C.P. Snow. Al final de su vida Edmund Husserl exclama: «No sabía que morir fuera tan duro». André Gide, justo un momento antes de expirar: «Está bien». Goethe: «Luz, más luz». Paul Claudel: «Doctor, ¿habrá sido por culpa del salchichón?».» (págs. 266-267)
Adiós a casi todo (5) es la última entrega de los diarios de Salvador Pániker y prosigue la serie iniciada por Cuaderno amarillo (1), Variaciones 95 (2), Diario de otoño (3) y Diario del anciano averiado (4).
1 comentario:
Cita de la página 214: "Carl Jung habló de sincronicidades. Cabe referirse a una idea del tiempo donde pasado, presente y futuro suceden al unísono".
Lo que me lleva (salvando las distancias) a mi antigua idea infantil del tiempo simultáneo representado por distintos cubos de ámbar semitransparentes, contenidos unos dentro de otros. En cada uno de ellos sucedía una parte de la Historia. Y todas a la vez. (¿Inconsciente colectivo?)
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