Esta mañana me he cruzado con un escritor. Yo subía, como hago muy a menudo, por la Rambla de Catalunya después de haber desayunado en uno de mis lugares favoritos, y de haber ido a mi casi recién estrenada biblioteca a cambiar el libro leído (Jim Thompson) por dos para leer (R. Carver & Ph. Roth). Feliz, por tanto. Y entonces lo he visto acercarse, mirando al infinito, y pasar junto a mí. Y simplemente me he preguntado qué estaría pensando.
martes, 10 de abril de 2007
En la mente de un escritor
Esta mañana me he cruzado con un escritor. Yo subía, como hago muy a menudo, por la Rambla de Catalunya después de haber desayunado en uno de mis lugares favoritos, y de haber ido a mi casi recién estrenada biblioteca a cambiar el libro leído (Jim Thompson) por dos para leer (R. Carver & Ph. Roth). Feliz, por tanto. Y entonces lo he visto acercarse, mirando al infinito, y pasar junto a mí. Y simplemente me he preguntado qué estaría pensando.
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5 comentarios:
Siempre me ha intrigado pensar cómo surgieron, pero sobre todo cómo podía caber Hasta que te encuentre en la cabeza de John Irving, Middlesex en la de Jeffrey Eugenides, Kafka en la playa en la de Murakami o Doctor Pasavento en la de Vila-Matas. Sin ir más lejos.
Y, además, por qué pasa eso y no otra cosa, por qué la acción se sitúa allí y no en otro sitio, por qué son esos personajes y no otros, por qué ocurre en ese tiempo y no en otro... Hay tanto que elegir (es como cuando te haces una casa), y hay que ser capaz de eliminar todas las demás posibilidades, que son infinitas. Yo no sabría ni por dónde empezar a escribir algo. Por eso reitero las gracias a la lectura, que te hace vivir tantas vidas en las que tú no tienes que elegir un camino: ya está dibujado.
Y además de elegir y descartar en un laberinto de infinitas posibilidades, el escritor ha de conseguir el más difícil todavía ¡que el resultado sea coherente!
y que se venda...
¿Y que se lea?
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