«He aquí cómo se distribuía el poder en nuestra granja de animales. En lo más alto estaban los cerdos, la clase subalterna de administradores y guardias. Detrás venían los urkas: considerados "elementos socialmente afectos", gozaban del estatus de individuos leales que, además, no trabajaban. Debajo de los urkas estaban las serpientes: los informadores, los "uno de cada diez", y debajo de las serpientes estaban las sanguijuelas, los defraudadores burgueses (falsificadores y malversadores y gentes de esa laya). Cerca de la base de la pirámide, se hallaban los fascistas, los contra, los del artículo cincuenta y ocho, los enemigos del pueblo, los políticos. Y luego tenías a las langostas, los juveniles, los pequeños calibanes: hijos ilegítimos de la revolución, el desplazamiento y el terror, eran los huérfanos salvajes del experimento soviético. […] Finalmente, tirados en el polvo estaban los comemierda, los que estaban en las últimas, los más míseros; ya no podían trabajar ni tampoco seguir soportando la tortura del hambre, así que lo que hacían era pelearse débilmente por bazofias y basura. Como mi hermano, yo era un "elemento socialmente hostil", un político, un fascista. Huelga decir que yo no era fascista. Yo era comunista. […] Había también animales, animales reales, en nuestra granja animal. Perros.» (p. 34) |
MARTIN AMIS La Casa de los Encuentros (House of Meetings, 2006) Trad. Jesús Zulaika Anagrama, 2008 |
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Martin Amis: La Casa de los Encuentros
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1 comentario:
Había tenido este libro aparcado desde que en 2008 asistí a la presentación (o conversación con Fresán) que Martin Amis hizo de él en la biblioteca de Lesseps. (Corrían tiempos en los que todavía me atrevía a hacer resúmenes de lo que veía, oía o leía.)
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