lunes, 9 de diciembre de 2019

Testimonio materno, de Elena Soriano


Elena Soriano (1917-1996)
Creadora de la revista El Urogallo (1969-1975)
TESTIMONIO MATERNO
Plaza y Janés, 1985 - 606 págs. - Lib. Monimoon
[inmenso, brutal, desolador]

«Yo sé bien que mi hijo se suicidó [Juan José Arnedo Soriano, 1952-1977]. Y que lo hizo de un modo consciente y premeditado. Desde tiempo atrás, Eros y Tanatos se lo disputaban como furias y el dios de la muerte terminó por vencer, ayudado por una serie de circunstancias favorables que se conjuntaron para constituir ese factor desencadenante del acto suicida que señalan los estudiosos de un fenómeno harto frecuente en el mundo de hoy. Su ser entero se venía preparando para este final que deseaba tanto como temía: la neurosis de angustia, la depresión, el régimen macrobiótico, el yoga ascético, la meditación transcendental y —¿por qué no repetirlo una vez más?— el persistente efecto del ácido sobre su mente, cumplieron su función destructora, le dieron mil motivos, reales o imaginarios, objetivos o subjetivos, razonables o insensatos, para morir: fracaso de su vocación auténtica —la música—, que no supo encauzar ni nosotros comprender; fustración de sus ilusiones de amistad y de amor; pérdida de sus facultades intelectuales y de su salud física; ineficacia comprobada de sucesivos tratamientos médicos; evidencia de haber errado, una vez más, su vía de salvación, desesperanza de su integración social; ausencia de providencia paterna, en su mayor necesidad; fallo de su penosa accesis al conocimiento, "fuente inagotable de LSD"; humillación al haber sido robado, burlado y rechazado por sus propios compañeros; pérdida de su fe en la terapia de "La Luz Divina" y en la condición sagrada del guru Maharaj-Ji; sentimiento de culpabilidad al insultar a su única valedora en la secta; deseo de expiar su violento estallido de escepticismo; obediencia, si al pedir la muerte al gran jefe de la secta le contestó, de modo subliminal, de palabra o con gesto, "Libérate tú mismo, hermano"; afán de castigarnos con su muerte, para ser nuestro azote de por vida, como nos decía en sus accesos de rencor; compasión hacia nosotros evitándonos sufrir más, "dejándonos en paz", como yo le pedí muchas veces; temor a nuestra reacción ante su nueva derrota, internándolo en un manicomio, como estaba advertido por su brutal Psico [su último psiquiatra]; miedo de sí mismo, a la descarga sobre nosotros de su impulso destructor, pues matarse para no matar es una solución; cumplimiento del plazo que a sí mismo se había impuesto de no traspasar el límite de su primera juventud; terror a envejecer como incurable neurótico, esquizofrénico o paranoico; arrojo de su muerte a la cara del mundo entero que siempre había pagado su apasionado amor con engaño, crueldad e insolidaridad; escapada decisiva de errores, tentaciones, daños, castigos y peligros, pues como dice Walter Benjamin, "sobre un muerto nadie tiene poder"; desesperación al no ver ante sí
Elena Soriano
Revista El Urogallo
ninguna solución a sus problemas, pues como ha dicho un terrorista anónimo, "todo hombre que busca una salida y no la encuentra se convierte en un desesperado"; hambre, sed, sueño, soledad, agotamiento físico y mental; necesidad irresistible de descansar, de dormir, dormir, dormir; esperanza del suicida creyente en el perdón divino; ilusión de que va a despertar en otro mundo mejor, fresco, descansado, con renovadas fuerzas para una vida eterna; busca de otra experiencia más en el trasmundo, ya que todas las de este mundo le habían decepcionado; intuición de que sólo en la nada se encuentra el Conocimiento de Dios; angustia, angustia, angustia, creciendo en su interior como una marea incoercible hasta anegar su pobre mente y anular su última resistencia vital.» (págs. 589-590)
IMAGEN Y CONTRACULTURA. Correspondencia entre Borja Casani y Andrea Valdés con motivo de la exposición en la Fundación Foto-Colectania de "La Movida.Crónica de una agitación. 1978-1988", que reúne la obra de cuatro fotógrafos clave de la llamada movida madrileña: Alberto García -Alix, Ouka Leele, Pablo Pérez-Mínguez y Miguel Trillo.

1 comentario:

Elena dijo...

En recuerdo de otro Juan José Arnedo, el mío, de nuestras clases particulares en Yecla y de nuestras aventuras madrileñas. Qué habrá sido de él?

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