domingo, 22 de mayo de 2022

Rendición, de Joanna Pocock


Joanna Pocock (Ottawa, Canadá, 1965)
RENDICIÓN. En busca del sentido de la existencia en un planeta dañado
[Surrender, 2019]
Trad. Teresa Lanero Ladrón de Guevara
Errata naturae, 2022 - 397 págs. - inicio

Berkeley Pit, el lugar en el que se dispara a los gansos para salvarlos, Álvaro Hermida
Enormemente poético y político, Ángela Molina
Viaje tras el sentido de la existencia, G. Novás
Joanna habla con Ione Salazar
[formidable]

«Fue en ese momento cuando mencionó el círculo, también conocido como círculo sagrado, una forma de vida migratoria estacional siguiendo las fuentes de alimento. Los indígenas americanos la practicaron durante miles de años en la Gran Cuenca, la zona que hoy es Nevada, Utah, parte de Oregón, Idaho, Wyoming, Colorado y Montana. Era una forma de vida acorde a las estaciones que dejaba intactos muchos de los recursos de la Tierra para las futuras generaciones.» (pág. 121)
«Mientras tecleaba en mi MacBook Pro, era muy consciente del arsénico y del cobre de su interior, probablemente extraído en Chile. Sabía que la obtención de esos elementos mataba a pueblos enteros y contaminaba ríos. En la República del Congo, niños de siete años extraen el cobalto de la tierra con las manos desnudas. La duración de sus vidas se reduce para que aumente la de mi batería. Lo mismo sucede con el bismuto de México, el galio de Guinea, el cromo, el platino y el manganeso de Sudáfrica, el litio de Zimbaue, el mercurio de la única mina de mercurio del mundo en Kirguistán, etcétera.» (pág. 141-142)
«Según los mesopotámicos, nuestro mundo comenzó siendo como una gran cesta cuando los dioses colocaron una balsa de mimbre en el mar que, cubierta de tierra, se convirtió en la masa continental [...] En todas las civilizaciones antiguas parece existir un denominador común de las cestas. Para los indios americanos —y Peter nos recordó que las tierras donde estábamos se las habían robado a ellos— la cestería es un arte. Se utiliza para confeccionar trajes ceremoniales, redes de pesca, lazos para animales y utensilios de cocina, todos ellos tejidos con unos juncos tan finos y apretados que resultan impermeables [...] Son de los últimos productos de la Tierra que se resisten a la máquina en favor de la mano humana [...]» (pág. 186)
«Lynx Vilden es una mujer venerada entre los rewilders del Oeste americano por vivir como nuestros antepasados del Paleolítico. Sabe muchísimo. Se rumorea que es capaz de encender un fuego en treinta segundos usando solo dos palos [...] El campamento en el que nos reunimos estaba situado en la parte noreste del Parque Nacional de Dartmoor, sobre varias hectáreas de terreno particular cuyo propietario estaba encantado de acoger gente relacionada con la búsqueda de formas de vida alejadas de lo establecido [...] Pusimos toda la comida recolectada encima de una mesa de camping. El colorido era espectácular. En silencio nos fuimos turnando para probar todas las plantas y captar su olor, su sabor, su textura: estelarias, aliarias, flores de tojo, bellezas siberianas de primavera, prímulas, violetas, hierbas de Santa Bárbara, ombligos de Venus, hojas de acedera, hojas de espino y brotes de píceas. Era como comerse un cuento de hadas.» (págs. 352 y 369)

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