Peter Wohlleben (Bonn, Alemania, 1964)
LA VIDA SECRETA DE LOS ÁRBOLES
[Das Geheime Leben der Bäume, 2015]
Trad. Margarita Gutiérrez
Obelisco, 2016 - 224 págs. - Consum Yecla
— Un libro para redescubrir el bosque, Fran Zabaleta
— Peter habla con Ima Sanchís, La Vanguardia
— Los árboles tienen tanto carácter como los humanos
— Así se comunican los árboles, Javier Rico
— Primeros capítulos
[los prodigiosos árboles]
«Frantisek Baluska, del Instituto de Botánica Celular y Molecular de la Universidad de Bonn, junto con otros colegas, opina que en las puntas de las raíces existen estructuras similares al cerebro. Además de los conductos por los que transmiten sus señales, existen estructuras y moléculas que también se encuentran en los animales. Las raíces pueden recibir estímulos cuando avanzan. Los investigadores miden las señales eléctricas que se producen en una zona de transición y que provocan cambios de comportamiento si las raíces se encuentran con sustancias tóxicas, piedras impenetrables o zonas demasiado húmedas. Entonces analizan la situación e indican los cambios necesarios en la zona de crecimiento. En consecuencia, éstas modifican su dirección y desvían los estolones para evitar la zona problemática. Si a partir de ahí puede deducirse la existencia de inteligencia, memoria y emociones, es algo que actualmente se cuestionan la mayoria de los investigadores botánicos.
Entre otras cosas, no admiten la equiparación de los hallazgos con situaciones similares en los animales y, por tanto, la necesidad de mover el límite entre vegetales y animales. Bueno, ¿y qué? ¿Por qué sería tan terrible si hubiera que hacerlo? De todas maneras, la división entre plantas y animales es arbitraria y se basa en la forma de conseguir el alimento: Las unas hacen la fotosíntesis, los otros comen seres vivos. En último extremo, las grandes diferencias se limitan a la información procesada y a los procedimientos y tiempo empleados para ello. Pero, ¿son por sistema de menor valor los seres lentos que los rápidos? En ocasiones, me asalta la convicción de que debería prestarse más atención a los árboles y a otros vegetales si se pudiera demostrar sin lugar a discusión lo similares que son a muchos animales.» (pág. 80)
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