martes, 16 de agosto de 2022

Agua y jabón, de Marta D. Riezu


Marta D. Riezu (Terrassa, 1979)
AGUA Y JABÓN
Apuntes sobre elegancia involuntaria

Anagrama, 2022 - 240 págs. - inicio

Una constelación de genialidades, Laura Ferrero
El triunfo de lo de toda la vida, Cristian Segura
Radicales libres, Marta en Elle
Desconocida, católica y sentimental, Alberto Olmos
[gabinete de curiosidades]

«Cada verano de mi primera juventud (ahora estoy viviendo mi esplendorosa segunda juventud, que haré durar hasta los sesenta mínimo) abría el mapa de Europa, elegía al azar una ciudad pequeña y alquilaba allí un piso un mes entero. Uno de los mejores viajes fue el de Somerset. Mi casera de Bath trabajaba desde casa en el piso anexo. Llevaba uno de esos micrófonos de controlador aéreo. Su tarea implicaba despedir a gente y comunicarles el protocolo posterior. [...] Después, cuando se aburría, me llamaba por teléfono y me decía: ¿vamos a ver ciervos? Cargábamos el coche con los chubasqueros, los prismáticos y algo de comer, y salíamos al campo. Mi ropa le gustaba mucho. No eran esos halagos astutos de los británicos: parecía estar genuinamente fascinada con mi equipaje de verano. Pensé que en una de esas excursiones me apuñalaría y lanzaría por un barranco, solo para quedarse con los vestidos de Sybilla.
   La mayor parte del tiempo paseé sola por la ciudad. Visitaba las termas romanas. Mariposeaba todo el día para ver si me encontraba con Manolo Blahnik, que vive en Bath. Visitaba el Royal Crescent georgiano; en el parque de delante tuve un flechazo diría que correspondido, pero no supe leer bien la situación.
    Elegí la ciudad porque fue donde Zweig se despidió de Europa. Salió de paseo una noche para "echar una última mirada a la paz", y partió hacia el exilio.» (págs. 147-148)

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