martes, 21 de julio de 2020

En el corazón del bosque, de Jean Hegland


Jean Hegland (Washington, 1956)
EN EL CORAZÓN DEL BOSQUE
[Into the Forest, 1996]
Trad. R. M. Bassols
Errata Naturae, 2020 - 392 págs. - inicio

- Cuán precaria es nuestra forma de vida, Laura Fernández
- Un aislamiento forzado, Núria Escur
[blandico]

«No hay muchas plantas silvestres con apariencia boyante en mitad del verano. Las más primaverales se han vuelto tan duras y amargas que no se pueden comer, y la mayoría de frutas y frutos aún no están maduros. Aún así, hasta ahora he probado berros, verdolaga, llantén, raíz de jabonera, acedera de secuoya, berza de pastor, amaranto, hojas de mostaza silvestre y lechuga de minero.
    Poco a poco estoy empezando a desenmarañar el bosque, a atribuir nombres a las plantas que lo llenan. Las hojas que usamos como papel higiénico son gordolobo. La planta de flores diminutas, parecidas a margarita, que crece al lado del taller es cimarrona, una prima de la manzanilla. El hierbajo del huerto con hojas triangulares es berza de pastor. Aunque yo no lo supiera, durante todos estos años, los arbustos que bordean el camino han sido arbustos de avellano. Y las flores que dejamos en la tumba de nuestro padre eran un tipo de iridáceas, cuya raíz se supone que reduce la fiebre y ayuda si tienes la tripa revuelta.
    El libro [Plantas autóctonas de California del Norte] dice que los arces de estos bosques producen savia azucarada, que las hojas de tusílago pueden proporcionarnos sal, que los indios que antaño vivieron aquí usaban los líquenes como pañales, las adormideras de California como analgésico y la harina de bellota como antibiótico. Hay plantas para bajar la fiebre, plantas para calmar los escalofríos, plantas para aliviar los sarpullidos y otras para los pinchazos menstruales. Hay plantas para provocar las contracciones de Eva y para aliviar su dolor durante el parto, plantas para fortalecer a su bebé, plantas para ayudarla a que le suba la leche.
    Hay tés. Durante meses hemos tomado agua caliente cuando podíamos haber estado bebiendo infusiones de menta silvestre, de escaramujo, de zarzamora, de laurel, de uva silvestre, de mostaza negra, de poleo, de manzanilla, de semilla de hinojo, de berza de pastor, de ortiga, de aguja de pino, de corteza de madroño, de violeta, de frambuesas silvestres...
    Y hay bellotas. El libro dice: "En todo el mundo y a lo largo de la historia las bellotas Jean Hegland han sido un producto fundamental en la dieta de muchos pueblos, como los japoneses y los chinos, las primeras culturas del Mediterraneo y los nativos norteamericanos." [...] He vivido en un robledal toda mi vida y jamás se me había ocurrido que pudiera comerme una bellota.» (págs. 285-286)

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