Sandra Petrignani (Piacenza, 1952)
LA ESCRITORA VIVE AQUI
[La scrittrice abita qui, 2002]
Trad. Romana Baena Bradaschia
Siruela, 2006 - 248 págs. - inicio - Bibl. Joan Maragall
Gatopardo, 2019 - 219 págs. - inicio
- Buscando el fuego, no las cenizas, WEEDJEE
- Ellas vivieron aquí, Nuria Azancot
- La vida inanimada, Yolanda Ortiz Mallol
[no]
«Si una casa dice la verdad de quien la habita, que es la tesis de este libro, Petit Plaisance cuenta una historia distinta, una Yourcenar diferente a la de las erinias que atormentaban a los editores a son de pleitos, a la de la mujer de corazón de piedra que justo después de la muerte de Grace vendía su piano para dejar sitio para una nueva librería, "me daba mucha pena verlo", y le daba a Jerry el dormitorio que había sido de Grace, porque era mucho más cómodo y bonito que el de invitados. Quizás había dos Yourcenar, una íntima y casi inalcanzable, tangible sólo para quien fuera objeto de su amor, y otra para los demás, egocéntrica, indiferente y despiadada. Petit Plaisance no es la casa de un "monumento" [...], es lo contrario de un templo o un palacio. Es una casa tierna, envolvente y femenina. Un lugar impregnado de sentimientos [...]. También es una casa en la que dos mujeres han vivido juntas durante mucho tiempo, donde han sido pareja, y una pareja pasa por muchas fases a lo largo de los años. Yourcenar prefería no mostrarse, no lo hizo ni siquiera en sus libros, excepto en los de su juventud, pero podía ser áspera y sincera, como cuando, al describir lo que había sido su relación con Grace Frick, dijo: "En fin, es algo muy sencillo: primero una pasión, después una costumbre y, al final, sólo una mujer que cuida a otra mujer enferma".» (págs. 71-72)
- Grazia Deledda en Nuoro. Existen tres Bargagias.
- Marguerite Yourcenar en Petite Plaisance. Qué desvaído sería todo si fuéramos felices.
- Colette en Saint-Sauveur-en-Puisaye. «La muerte no me interesa, ni siquiera la mía».
- Alexandra David-Néel en Samten Dzong. Con los zapatos de fieltro multicolor.
- Karen Blixen en Rungstedlund. Y el americano dijo: «El Nobel se lo merecía ella».
- Dos hermanas y una amiga en Charleston y en Monks. Las tres «V».
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