viernes, 12 de febrero de 2021

Los viejos creyentes, de Vasili Peskov


Vasili Peskov (Rusia, 1930-2013)
LOS VIEJOS CREYENTES
[Tajojny toupik, 1992]
Trad. Marta Sánchez-Nieves
Impedimenta, 2020 - 264 págs. - inicio
- La ‘normalidad’ también era esto, Patricio Pron
- Auténticos Robinsones de la taiga, Guzmán Urrero
- La supervivencia más grande jamás contada, J. Sanz
- 40 años aislados de contacto humano, Revista Smithsonian
[alucinante historia]

«En septiembre, cuando las crestas rasas ya tenían nieve, llegó el momento de la partida de los geólogos. Pasaron a despedirse por las pequeñas isbas de la taiga. «¿Y si se vienen con nosotros? —medio en broma les dijo la “muchacha-jefe”—. Podrán instalarse donde quieran, los ayudaremos a levantar una isba, tendrán su huerto…» «No, ¡no nos está permitido!», sacudieron las manos los cinco. «¡No nos está permitido!», enfatizó el anciano.
    Antes de partir, el helicóptero sobrevoló dos veces la colina con el «huerto». Junto a un montón de patatas ya arrancadas y al aire, con la cabeza levantada, había cinco personas descalzas. No agitaban las manos, no se movían. Uno de los cinco se había caído de rodillas, rezaba.


    ¿Cómo ha podido sobrevivir esa gente en la taiga siberiana con nieve hasta la cintura y con un frío que supera los treinta bajo cero? La comida, la ropa, los útiles domésticos, el fuego, la luz en la choza, el mantenimiento del huerto, la lucha contra las enfermedades, el cálculo del tiempo, ¿cómo lo han hecho?, ¿cómo se lo han procurado?, ¿qué esfuerzos y habilidades han necesitado? ¿No han tenido ganas de ver a más gente? ¿Y cómo se imaginan el mundo circundante los jóvenes Lykovy, para quienes la taiga había sido la casa materna? ¿Qué relaciones han tenido con su madre y con su padre, entre sí? ¿Qué sabían de la taiga y de sus habitantes? ¿Cómo se imaginan la vida «del mundo»? Porque sí saben que en algún sitio existe esa vida. Podían saber de ella aunque solo fuera por los aviones que pasaban por allí.» (págs. 22, 25)

Agafia Lykova (1943): Sobreviviendo en la taiga siberiana durante 70 años.

1 comentario:

Elena dijo...

"Mostrándole mi reloj, le pregunté a Agafia y a Karp Osípovich cómo medían el tiempo. «¿Y qué hay que medir? ⏤dijo Karp⏤. Verano, otoño, invierno, primavera… ahí tienes un año. Y el mes se ve en las lunas. Ahí está, mira, ya está menguando. Mientras que un día es muy sencillo: mañana, mediodía y tarde. En verano, cuando la sombra del cedra cae sobre el cobertizo es mediodía.»"

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